En mi vida he escrito una gran cantidad de textos. Algunos con sentido y otros sin, guardados quien sabe donde, quizás en cajas o ya devorados por el tiempo. Muchos ensayos, con dirección y conclusión y otros directamente inconclusos. Cuentos de fantasía con personajes asombrosos e historias de aventuras en lugares desconocidos destinados a ser encontrados solamente por mi mente. Papeles y servilletas llenos de extraños garabatos con la intención de convertirse algún día en la idea cuna de una gran obra maestra. Carpetas y cuadernos con dibujos y composiciones, reflejos de mi alma y crónicas de vida donde se cuentan tanto tristezas como alegrías. O quizás este blog, lleno de párrafos que no siguen una dialéctica marcada, una línea de composición o una trama en particular.
Tanta información, tanto derroche de creatividad, porque no es nada fácil despertarse en medio de la noche, agarrar lo primero que uno encuentre a mano y empezar a escribir. A veces las ideas fluyen, otras no.
Y todo lo que uno lee, todo de lo que uno aprende y asimila, esta compuesto nada mas que por una extraña combinación de letras. 26, para ser más exactos, que forman el abecedario y que dan libertad absoluta para que sensaciones y pensamientos queden registrados, ya sea en una una pantalla, una pared o una hoja.
Para explicar el horrible sentimiento de impotencia y odio que tengo hacia la rutina, solo necesito ubicar una cierta cantidad de letras en su correspondiente lugar. Con esos caracteres, de la A a la Z puedo, de la misma manera, detallar la felicidad que me genera estar enamorado. Si quiero crear una bestia de gigantes proporciones y maldad absoluta solo necesito ponerle un nombre, elegir los grafemas y listo, ya existe.
Es, simplemente, mágico.
Tanta información, tanto derroche de creatividad, porque no es nada fácil despertarse en medio de la noche, agarrar lo primero que uno encuentre a mano y empezar a escribir. A veces las ideas fluyen, otras no.
Y todo lo que uno lee, todo de lo que uno aprende y asimila, esta compuesto nada mas que por una extraña combinación de letras. 26, para ser más exactos, que forman el abecedario y que dan libertad absoluta para que sensaciones y pensamientos queden registrados, ya sea en una una pantalla, una pared o una hoja.
Para explicar el horrible sentimiento de impotencia y odio que tengo hacia la rutina, solo necesito ubicar una cierta cantidad de letras en su correspondiente lugar. Con esos caracteres, de la A a la Z puedo, de la misma manera, detallar la felicidad que me genera estar enamorado. Si quiero crear una bestia de gigantes proporciones y maldad absoluta solo necesito ponerle un nombre, elegir los grafemas y listo, ya existe.
Es, simplemente, mágico.