Era una imagen siniestra, la crónica de un mundo sin héroes ni milagros. En aquellos tiempos donde lo absoluto menguaba, de otoños grises y fríos, él decidió ir un paso más allá.
Se le acercó silenciosamente, cortando la oscuridad con un pequeño susurro de placer. La miró fríamente durante un instante, completamente hipnotizado. Reptó por los tablones del suelo esquivando la poca luz del ventanal y se congeló ante ella, erguido en todo su esplendor.
Durante unos minutos la contempló. Quieto y sin moverse, admiró su belleza, sus curvas, su cabello y su perfección. Analizó la distancia entre ellos, los obstáculos y el vacío. Se embriagó con su perfume y deseó poder derretirse entre sus brazos, hundirse en sus piernas.
Era ese momento el que guardaría para la eternidad en su cofre de los recuerdos.
Ellos dos, juntos. Ellos dos, separados. Ellos dos, solamente.
Se le acercó silenciosamente, cortando la oscuridad con un pequeño susurro de placer. La miró fríamente durante un instante, completamente hipnotizado. Reptó por los tablones del suelo esquivando la poca luz del ventanal y se congeló ante ella, erguido en todo su esplendor.
Durante unos minutos la contempló. Quieto y sin moverse, admiró su belleza, sus curvas, su cabello y su perfección. Analizó la distancia entre ellos, los obstáculos y el vacío. Se embriagó con su perfume y deseó poder derretirse entre sus brazos, hundirse en sus piernas.
Era ese momento el que guardaría para la eternidad en su cofre de los recuerdos.
Ellos dos, juntos. Ellos dos, separados. Ellos dos, solamente.
Nunca más Hoy, Para siempre, en la Eternidad.