Maldijo en tres idiomas diferentes.
El suelo estaba cubierto de plumas blancas y un aroma fresco inundaba el lugar. En medio de la habitación y a la tenue luz nocturna, un ángel reposaba de costado. De su pierna derecha, una pesada cadena de hierro lo sujetaba a la pared.
Maldijo una vez mas, esta vez en una lengua que nadie jamas escuchó. Con ambas manos intentó liberarse, pero no hubo caso. El grillete lo sujetaba del tobillo, lastimándolo… probablemente dejándolo tullido de por vida, pensaba él.
Rió profundamente.
El suelo estaba cubierto de plumas blancas y un aroma fresco inundaba el lugar. En medio de la habitación y a la tenue luz nocturna, un ángel reposaba de costado. De su pierna derecha, una pesada cadena de hierro lo sujetaba a la pared.
Maldijo una vez mas, esta vez en una lengua que nadie jamas escuchó. Con ambas manos intentó liberarse, pero no hubo caso. El grillete lo sujetaba del tobillo, lastimándolo… probablemente dejándolo tullido de por vida, pensaba él.
- ¿Acaso le pedirás a tu Dios, mi Ángel? ¿Qué le dirás? ¿Piensas, acaso, que aquí alguien oirá tus lamentos?
Rió profundamente.
- Ahorrá el aire, suplicar a nada te llevará. Esto es el mundo real. Aquí, tu dios no existe.