viernes, 29 de octubre de 2010

Caminos del descanso

Una larga escalera de piedra gris y fría sube al cielo en forma de caracol. Del otro lado, un túnel oscuro y húmedo despide un olor nauseabundo de sus profundidades, quien sabe que lo habita o hacia donde va. Cerca, dos puertas de madera de roble se enfrentan desafiantes, una con picaporte de plata y forma de águila, la otra con picaporte de oro y diseño de león. No muy alejado, un balcón con vista al mar saluda la nueva luna que amenazaba con devorarse al sol, en un atardecer púrpura y fresco.

Saben ustedes que con la imaginación se viaja?

Hoy es mi morada, a la que llego subiendo una escalera, bajando por un túnel, cruzando un par de puertas, hasta llegar al balcón, donde descanso mi alma en el ocaso del tiempo.

lunes, 25 de octubre de 2010

Del Mar y la Tormenta

La más inmensa negrura conquistaba el infinito y donde sea que nuestro héroe mirara parecía que no había nada más, y la nada misma era entonces.

Primero frunció el ceño y sus cejas se juntaron dándole lugar a unas pequeñas arrugas que terminaron de unirlas. Sus ojos cristalinos se humedecieron y de la comisura del párpado el lagrimal dejó escapar un grito de auxilio.

Este grito ahogado se abrió paso por la mejilla y bajo hasta la boca. Como una gota de llanto que no encontraba obstáculos supo esquivar los labios y usando el mentón del héroe como trampolín se soltó en caída libre hacía un destino incierto,  y todo fue silencio.

Pero ese silencio pareció cobrar vida y aquello que parecía muerto comenzó a nacer una nueva vida. El vértigo se hizo presente y amenazó con destruir su figura. La lágrima luchó por mantenerse única y entera moviéndose al compás de las alturas y del peligro.

De repente la oscuridad dejó de ser oscura para pasar de un negro a un azul profundo. Y cuando la lágrima empezaba a acostumbrarse al vacío fue que descubrió que más allá de toda esperanza estaba el cielo.

Bajó en caída libre esquivando nubes, algunas de ellas terribles y poderosas. Le tronaban con furia y la escupían palabras de odio y violencia. Sus brazos en forma de rayo parecían no alcanzarla nunca y con aliento renovado aceleró la marcha.

Cortando el aire y esquivando brillantes relámpagos, la lágrima de nuestro héroe se erguía indómita e invencible bajando por las largas columnas del cielo. Y notó entonces que no estaba sola.

Un gran estruendo cortó el cielo y en lo que es un abrir y cerrar de ojos logró observar por sobre su hombro como detrás suyo un ejército de gotas de lluvia volaban dispuestas a darle caza. Juntó sus brazos al cuerpo y se apresuró con la prisa de quien corre por su vida.

Huye mi pequeña, huye.

viernes, 22 de octubre de 2010

Clave de Sol

Se subió al pentagrama y comenzó a caminarlo, a recorrerlo. Pero no fue hasta que comprendió sus silencios que Solfeo acudió a su encuentro. Este le dió la bienvenida y le otorgó el regalo del sonido. En malas manos, le dijo, puede ser terrible. Sin embargo, si se usa el corazón entonces se volverá algo mágico… y conocerás aquello que en palabras recibe el nombre de Música.

Nuestro héroe no pronunció palabra alguna. Se limitó a observar y seguir paseando, entre círculos flotantes. En algunos casos se detenía y los golpeaba despacito, pero todo seguía igual. Levanto uno en el aire, lo dio vueltas y nada sucedió. Volvió a hacerlo, esta vez más alto pero tampoco hubo respuesta. Con una notable molestia en su rostro volvió a intentarlo, buscando llegar al cielo mismo y tocar las nubes inalcanzables.

Pero algo salió mal. La pequeña esfera vacía salió disparada al techo del mundo, llegó al algodón que corta el infinito celeste y lo traspasó como la nada misma perdiendose en el tiempo. Ahora era momento de esperar que vuelva. Y Solfeo sonreía, tocado por la ternura que le causaba la situación.  

Y de repente un punto oscuro se cortó a lo alto. La pequeña esfera volvía de un largo viaje. Y nuestro héroe se preparó para atajarla, sin embargo el objeto en cuestión había alcanzado una velocidad sin igual y se dirigía de manera cortante y terrible hacia el suelo.

No hubo caso. Por más que lo intentó, le fue imposible atajar semejante tono y este explotó contra el pentagrama. Nuestro héroe cayó hacia atrás tapándose la cara del susto. Al abrir los ojos encontró un jirón de lineas que anteriormente habían tenido forma redonda. Se acercó, las levanto y comenzó a jugar.

De una enredadera repleta de movimientos espiralados, comenzó a transformarse bajo las manos de un concentrado héroe una letra G. No convencido aún de haber completado su obra, continuó retorciendo las lineas y las convirtió en una letra S. Algo faltaba y decidió unir las formas, encontrando así, después de mucho esfuerzo, una delicada pieza que unía sus dos ideas primarias, dos letras que formaban una.

Y fue como Solfeo transformó su sonrisa en lágrimas de emoción.

Canta ahora, héroe, que el mundo escuche tu melodía.