Se subió al pentagrama y comenzó a caminarlo, a recorrerlo. Pero no fue hasta que comprendió sus silencios que Solfeo acudió a su encuentro. Este le dió la bienvenida y le otorgó el regalo del sonido. En malas manos, le dijo, puede ser terrible. Sin embargo, si se usa el corazón entonces se volverá algo mágico… y conocerás aquello que en palabras recibe el nombre de Música.
Nuestro héroe no pronunció palabra alguna. Se limitó a observar y seguir paseando, entre círculos flotantes. En algunos casos se detenía y los golpeaba despacito, pero todo seguía igual. Levanto uno en el aire, lo dio vueltas y nada sucedió. Volvió a hacerlo, esta vez más alto pero tampoco hubo respuesta. Con una notable molestia en su rostro volvió a intentarlo, buscando llegar al cielo mismo y tocar las nubes inalcanzables.
Pero algo salió mal. La pequeña esfera vacía salió disparada al techo del mundo, llegó al algodón que corta el infinito celeste y lo traspasó como la nada misma perdiendose en el tiempo. Ahora era momento de esperar que vuelva. Y Solfeo sonreía, tocado por la ternura que le causaba la situación.
Y de repente un punto oscuro se cortó a lo alto. La pequeña esfera volvía de un largo viaje. Y nuestro héroe se preparó para atajarla, sin embargo el objeto en cuestión había alcanzado una velocidad sin igual y se dirigía de manera cortante y terrible hacia el suelo.
No hubo caso. Por más que lo intentó, le fue imposible atajar semejante tono y este explotó contra el pentagrama. Nuestro héroe cayó hacia atrás tapándose la cara del susto. Al abrir los ojos encontró un jirón de lineas que anteriormente habían tenido forma redonda. Se acercó, las levanto y comenzó a jugar.
De una enredadera repleta de movimientos espiralados, comenzó a transformarse bajo las manos de un concentrado héroe una letra G. No convencido aún de haber completado su obra, continuó retorciendo las lineas y las convirtió en una letra S. Algo faltaba y decidió unir las formas, encontrando así, después de mucho esfuerzo, una delicada pieza que unía sus dos ideas primarias, dos letras que formaban una.
Y fue como Solfeo transformó su sonrisa en lágrimas de emoción.
Canta ahora, héroe, que el mundo escuche tu melodía.